Publicado el: 30.03.2023
Anna Mónica Aguilar. Editora. Directora General Editorial UNQ.
– A 40 años del retorno de la democracia y desde su condición de mujer ¿qué derechos conquistaron las mujeres y cuáles están pendientes?
Durante los primeros años de esta democracia que festeja sus 40, mujeres y varones tuvimos que recuperar cosas tan importantes como libertades, deseos, identidades, y el aliento, luego de la dictadura más oscura de la historia argentina. En las primeras décadas de esta etapa lidiamos con un conjunto de hechos, hábitos e ideas tan antiguas y naturalizadas que era en extremo difícil que fuésemos conscientes o pudiésemos pedir que la sociedad cuestionara la violencia patriarcal física y también simbólica sostenida e impune; tampoco mandatos familiares y culturales congelados, varios de ellos en consonancia con la censura y la falta de libertad de la temible etapa histórica de la que salíamos. Pasaron décadas, y en 2023, al menos en este lugar en el mundo tenemos mucho ganado: participación inclusiva de varias generaciones; el «Ni una menos» como el inicio de la espectacular muestra de la capacidad de movilización y reclamo año tras año; el paro de mujeres desde 2016 para visibilizar el peso y el valor de nuestro trabajo y las desigualdades persistentes; la ley de interrupción voluntaria del embarazo; el matrimonio igualitario; y la creación de instituciones oficiales y comunidades varias, entre otras buenas nuevas. Hay otra lista, menos amable: falta de separación Iglesia-Estado; récord de feminicidios; violencias políticas patriarcales a lo largo y ancho del país; cifras de violencia que no paran de crecer; y una deconstrucción ¬–de hombres y mujeres– recién en vías de desarrollo, es decir las contracaras de una fuerza heredera del feminismo pionero, que se instaló en las generaciones nuevas con la fuerza necesaria y justa para ir por mucho más, y tal vez, ojalá, por todo lo que falta.
– ¿De qué manera la ciencia/la academia/ el trabajo universitario puede contribuir a consolidar la democracia y saldar los pendientes?
Es una obviedad que en las universidades se replican modelos, mandatos, esquemas sociales, pero que al mismo tiempo son por excelencia los espacios en los que se piensa ¬o debería pensarse críticamente, y en los que debería ponerse en cuestión el mundo, o parte de él.
De acuerdo con informes de Ministerio de Educación 2021-2022, la participación de alumnas, docentes y no docentes en el mundo universitario se mantiene en alza. Aun con realidades diferentes en todo el país, la presencia de las mujeres disminuye fuertemente cuando se trata de instancias superiores de gobierno, como el rectorado. El porcentaje de rectoras es del 18,5% (13 en un sistema de 70 instituciones universitarias, según información brindada por el CIN), es decir una pirámide que sigue demostrando la falta de paridad, con sólidos muros que alejan a las mujeres del acceso a posiciones de poder. Lo novedoso, y lo que tal vez defina otra universidad en el futuro, es que vemos desde hace algunos años asomar tímidamente rectoras y vicerrectoras: vaya como ejemplo nuestra universidad, en la que por primera vez una mujer ocupa el cargo de vicerrectora.
– ¿Qué cambios / logros de la mujer reconoce en la carrera científica en su disciplina/desarrollo profesional?
En el mundo editorial existen dos figuras centrales: las casas editoras o editoriales –empresarios, corporaciones y grupos– (en inglés, publisher), y los editores y editoras (en inglés, editor), que somos quienes trabajamos con los textos que luego se transformarán en libros (en el tradicional soporte impreso o en el digital): nuestra labor es corregir textos y paratextos, citas, figuras, bibliografía; cuidar la legibilidad; pero también, en el espacio público de una universidad, coordinar equipos, cuidar a los autores y sostener la difusión; trabajar buenas traducciones y pensar catálogos; mejorar siempre la visibilidad: tratamos de facilitar el encuentro con los lectores.
Las mujeres han formado históricamente parte de los equipos editoriales en roles de correctoras, editoras, diseñadoras, administradoras, administrativas, asistentes editoriales, difusoras, agentes de prensa, comunicadoras, libreras… Sin embargo, en general son los varones los que mayoritariamente han comandado las editoriales y, además, han sido protagonistas de cierta historia de la edición y del libro, un campo en desarrollo surgido en los últimos años.
La edición desde sus orígenes ha estado ligada al espacio universitario, y en nuestro país se desarrolló de manera importante a partir de la segunda mitad del siglo XX –con la creación de Eudeba en 1958–, y la generación de espacios editoriales en las universidades públicas, sobre todo con la creación de un conjunto de nuevas universidades a fines del siglo XX. Durante 2005-2015 se impulsaron políticas públicas para el fortalecimiento de esos espacios editoriales, con una importante apuesta a la profesionalización: si bien ya teníamos editoras referentes (como en las universidades de Santiago del Estero, Entre Ríos o del Sur) fue en ese período que muchas colegas empezaron a ocupar espacios de gestión y dirección editorial, como en las universidades nacionales de Cuyo y San Martín, la Pedagógica y de Mar del Plata, a las que más tarde se sumaron otras, como Tucumán, Litoral y Rosario.
Tras la creacion en los últimos años de nuevas universidades y sellos, en la actualidad el 37,5% de las 40 editoriales universitarias en actividad son gestionadas por mujeres (datos de REUN en 2023), es decir que se replica en este ámbito la dificultad para que las mujeres accedan a roles ejecutivos y técnicos de gestión, aun cuando el porcentaje de participación en la universidad es superior al de varones desde hace muchos años.
Aunque es necesaria una historia de la edición universitaria argentina, en esas prácticas, trayectorias y logros de los equipos editoriales y de las gestiones, y aún también en otros espacios más tradicionales ¬–como la Carrera de edición de la FFyL, UBA–, o más novedosos –como las Jornadas de Edición Universitaria y la librería universitaria, LUA–, no hay dudas de que el trabajo, la creatividad y el compromiso de las mujeres fue y es decisivo, y resulta absolutamente imprescindible.