Publicado el: 16.03.2023
Cintia Russo: Docente Investigadora del Departamento de Economía y Administración.
Ver: Entrevista en Youtube
A 40 años del retorno de la democracia y desde su condición de mujer ¿qué derechos conquistaron las mujeres y cuáles están pendientes?
En cuatro décadas del regreso de la democracia en nuestro país hemos transitado un sinuoso camino con logros destacados para la sociedad y las mujeres en particular. Sabemos, sin embargo, que queda mucho por andar y algunos obstáculos se presentan como muros muy elevados para superar.
Desde una perspectiva histórica, a lo largo de siglos las contribuciones de las mujeres a la ciencia fueron invisibilizadas, excluidas y hasta usurpadas. Para defenderse de un ambiente muy adverso muchas científicas presentaron sus resultados con nombres masculinos. Hoy las mujeres en la ciencia tienen no sólo una mayor participación, sino que también algunas han logrado ocupar lugares destacados. Todavía los niveles jerárquicos con capacidad de decisión en las organizaciones científicas y académicas públicas y privadas están ocupados por hombres. Sabemos que en este tipo de organizaciones la meritocracia es el criterio privilegiado de evaluación. Entonces nos podemos preguntar cuáles son las trabas que encuentran en su camino las mujeres científicas. O, dicho de otro modo, más allá de cada historia singular porqué nos cuesta atravesar el techo de cristal.
No tengo respuestas, sólo un intento de comprender esta realidad. Un dato global nos indica que en el mundo, el 28% de los científicos son mujeres; en los países desarrollados, ese porcentaje es mayor, entre 30 y 35%; y en América Latina supera el 40 %. En nuestro país, más de la mitad de los científicos y académicos son mujeres. Estas estadísticas son sólo una fotografía, pero si hiciéramos una radiografía de los lugares que ocupan efectivamente las mujeres en la ciencia, veríamos otra realidad.
En el inicio de las trayectorias científicas, como becarias de investigación de diferentes organismos, como docentes/ayudantes en las cátedras de distintas universidades… es decir en la base de la pirámide del sistema educativo somos muy numerosas. Como ocurre en otras áreas (en sistema de salud por ejemplo) las mujeres sostenemos la estructura (hospitales escuelas, universidades,, laboratorios de investigación). Hay una desigual distribución de niveles jerárquicos donde quedamos más relegadas.…Así el porcentaje de becarias de investigación y en los cargos docentes las mujeres tenemos una mayor representación que los hombre pero ascendiendo en las jerarquías esa relación se revierte.
Los 40 años e democracia han creado condiciones favorables para la reconquista de derechos de amplios sectores de la sociedad, y las mujeres en particular. Se ha profundizado la lucha por mayor igualdad, y abrieron debates impensables hace 4 décadas. Mas allá de entender que quedan muchos obstáculos para superar se están construyendo escaleras cada vez más altas para atravesar el techo de cristal.
¿De qué manera la ciencia/la academia/ el trabajo universitario puede contribuir a consolidar la democracia y saldar los pendientes?
Si pensamos en las deudas pendientes de la democracia…observamos que desde 1983 hasta hoy, la Argentina atravesó numerosas crisis económicas, algunas de años de duración. La otra cara de moneda de estas crisis son la desigualdad de ingreso, la pobreza de casi la mitad de la población y la realidad del 60% de los niños y niñas que crecen en hogares pobres. Así podríamos seguir precisando los problemas de acceso a una educación y salud de calidad o más equitativa.. Ahora bien, desde la perspectiva de los logros de estos 40 años de democracia cabe destacar la ampliación de derechos civiles de muchos sectores de la población y la consolidación de un clima de libertad y debate amplio sobre temas que eran tabú en nuestra sociedad. La libertad de expresión condición esencial del pensamiento científico jugó un papel clave en estos años. Hoy sabemos que en parte estos logros se cuestionan desde un pensamiento y acción de profundo corte conservador.
Frente a esta realidad cabe preguntarse…qué aporta la ciencia, la academia y el trabajo universitario. Podemos contribuir decididamente a comprender y develar los mecanismos que sustentan esta realidad visiblemente injusta pero la capacidad de transformarla presenta otros desafíos.
Desde las aulas universitarias, los profesores podemos sembrar y cultivar la semilla del conocimiento y el pensamiento crítico…la curiosidad por interpretar lo que nos rodea. Y fundamentalmente, desarticular la inercia de creer que las “cosas son así por naturaleza” y “no hay otra alternativa”. El pensamiento crítico abre la inquietud por buscar, dudar, y desarmar lo que se nos presenta como inexorable.
El estímulo del pensamiento crítico es clave ante las amenazas materiales y simbólicas a las reglas de la democracia por la injerencia creciente del pensamiento “conspiracionista y oscurantista”,
¿Qué cambios / logros de la mujer reconoce en la carrera científica en su disciplina/desarrollo profesional?
Mirando mi trayectoria en estos años observo que se asemeja a la de muchas colegas historiadoras. Advierto que desde la subárea de historia económica se ha desarrollado con esfuerzo y dedicación, estudios que cuestionan la corriente hegemónica. Las investigadoras en esta área ocupan un papel muy destacado en las producciones científicas que se reflejan en numerosas publicaciones. Asimismo, que en la Asociación de Argentina de Historia económica (AAHE), las mujeres hemos participado activamente en los espacios de decisión ocupando puestos de mayor jerarquía. El camino esta allanado para la mayor participación de las nuevas generaciones.